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Contraproducentes y, en ocasiones, muy crueles, aquí están las 3 mentiras más difundidas sobre la gente que tenemos o hemos tenido sobrepeso.
1. Estás Gord@ Porque Te Falta Fuerza De Voluntad
Primera gran mentira. Si tu historia se parece a la mía, habrás probado prácticamente todas las dietas que se hayan cruzado en tu camino y, por lo tanto, habrás tenido lo que hay que tener para seguir unas pautas estrictas de ejercicio y alimentación durante un periodo de tiempo lo suficientemente largo como para que hayas conseguido adelgazar (aunque luego lo hayas vuelto a recuperar e, incluso, con kilos de regalo; pero ese es otro tema del que ya te hablé en posts anteriores). Y ahora yo te pregunto: ¿esto no es fuerza de voluntad? ¿No es fuerza de voluntad pasarte meses controlando todo lo que te metes a la boca? ¿No es fuerza de voluntad no sólo controlar lo que comes sino además la cantidad de lo que sí “te está permitido” comer? Y, todavía más: ¿no es fuerza de voluntad ser fiel a tu plan de adelgazamiento incluso durante fiestas y fechas señaladas en las que te sientas a observar cómo todo el mundo come de todo y en cantidad? La lista continúa, pero creo que estos ejemplos son más que suficiente. Sí que tienes fuerza de voluntad, probablemente más de la que tienen los que dicen que tú no la tienes. ¿Cuánta gente de la que conoces crees que tendría éxito haciendo dietas que duran meses, sin permitirse nada más que dos o tres días de gracia?; ¿y cuánta gente crees que haría estas dietas un año sí y otro también durante 10, 15 o 20 años? Ahí tienes tu respuesta. No es cuestión de fuerza de voluntad, de hecho, tú ya has demostrado que tienes más que de sobra.
2. Estás Gord@ Simplemente Porque Comes Mucho
Sencillamente, ¡esto no es verdad! El hecho de que pienses esto de ti mismo o de que te lo digan a menudo no es más que falta de información. No eres débil, ni te falta fuerza de voluntad, como ya te he dicho, ni ninguno de todos esos estereotipos asociados a la gordura y que tanto daño hacen. Los seres humanos, como especie, estamos dotados de ciertos programas genéticos de supervivencia que están vinculados con nuestro pasado evolutivo. En lo que respecta al almacenamiento de grasa, estos programas hacían que el cuerpo almacenara grasa hasta tener unas buenas reservas para afrontar épocas de hambruna y frío extremo (imagínate en la edad de hielo…). Aunque hoy ya no nos vemos amenazados por este tipo de desafíos, estos programas continúan formando parte de nuestra información genética y, por tanto, se seguirán activando ante cualquier otro tipo de tensión o estrés que suframos en la actualidad para protegerte de la amenaza. Hay muchas cosas que el cuerpo puede estar interpretando como una amenaza: matar a tu cuerpo de hambre con dietas, que no estés recibiendo suficiente nutrición (bien por ese estado de “dieta crónica” o porque lo que comes más a menudo ha sido desprovisto de sus nutrientes), que comas demasiados alimentos procesados (tu cuerpo no reconoce los aditivos y químicos que contienen, no sabe qué es lo que tiene que hacer con ellos y se pone en estado de alerta), estrés mental y emocional, guerras, atascos de tráfico, inestabilidad económica y laboral, no tener éxito con el sexo opuesto, relaciones familiares disfuncionales, personas groseras y un largo etcétera.
Bien, entonces, el almacenar grasa forma parte de nuestra herencia genética, pero –te estarás preguntando–: ¿por qué hay gente que experimenta estrés y sin embargo no engorda? Esto está muy relacionado con la teoría de la deriva genética o deriva génica (genetic drift), que es una fuerza evolutiva que actúa cambiando las características de las especies en el tiempo. En lo que se refiere al almacenamiento o quema de grasa, se ha sugerido que, hace unos dos millones de años, los humanos empezaron a usar utensilios y desarrollaron una mayor inteligencia, con lo que dejaron de ser presa fácil para los depredadores; ya no necesitaban estar delgados para salir huyendo así que, tampoco había ya presión selectiva para permanecer fuerte y esbelto. Desde este momento, los genes que regulaban que la grasa corporal no superara ciertos límites, quedaron sujetos a la deriva génica, esto es, a mutaciones aleatorias que dieron lugar a otros genes “más relajados” en los que ese límite previsto para la grasa corporal ya no era tan estricto (Genné-Bacon, 2014; Speakman, 2013; Spector, 2015). Esto podría explicar por qué unas personas engordan y otras no en similares circunstancias.
La interpretación del autor Jon Gabriel (Gabriel, 2010) está muy en línea con esta teoría y él lo explica muy bien: nuestro cuerpo interpreta el estrés de dos formas distintas: ha empezado o va a empezar época de “hambruna” o “predadores acechan”. La primera hará que tu cuerpo quiera almacenar toda la grasa posible a modo de protección; mientras que la segunda hará que adelgaces para que estés listo para huir. La única diferencia que hay entre una persona delgada y otra que no lo está es el tipo de respuesta que se activa ante la amenaza. Así que, deja de sentirte culpable, tú no controlas qué tipo de respuesta dará tu cuerpo; al menos hasta ahora… Puedes hacer varias cosas. En primer lugar, puedes reprogramar tu mente para que la respuesta natural de tu físico deje de ser la de almacenar (si te interesa indagar más esta opción, haz clic aquí). También existen ciertos tipos de entrenamiento que ponen a tu cuerpo en modo de quema de grasa; lo que me encanta del ejercicio de intervalos de alta intensidad (HIIT) es que sólo necesitas 8 minutos ¡y tu cuerpo estará en «modo caldera» durante días! (en el post sobre deporte, Tabata, Tacfit y Crossfit encontrarás info más detallada sobre este tipo de entrenamiento). Por último también puedes averiguar qué cosas ponen en marcha tu respuesta de “hambruna” al estrés. Pregúntate, por ejemplo, qué es lo que hace que tu cuerpo no se sienta seguro; ¿qué le hace interpretar que estás en peligro y que te tiene que proteger? Averiguarlo es vital para desactivar esa respuesta de «hambruna viene» y empezar a perder peso de forma automática, sin esforzarte.
3. Estás Gord@ Y Siempre Lo Estarás Porque Es Tu Genética, Te Viene De Familia
La última pero no la menos importante de las mentiras en lo que respecta a la pérdida de peso. Te has llegado a creer que estar gord@ es tu naturaleza y que tu destino es vivir con sobrepeso el resto de tus días, no puedes hacer nada. La buena noticia es que ¡sí puedes! ¿Has oído hablar de la epigenética? Presta atención, esto tiene mucho que ver con lo que te he contado en el punto anterior. Hasta ahora, la Genética clásica afirmaba que la información genética se expresaba de forma lineal, del ADN a las proteínas ARN (ADN -> ARN). Esta formulación suponía un determinismo inquietante; el ser humano y su salud estaban a merced del código genético con el que habían nacido. No obstante, hoy la ciencia nos dice algo mucho más alentador: nuestro destino no está escrito en nuestro mapa genético. “La primacía del ADN da paso a la primacía del medio ambiente” (Vázquez, Pentón, & Pérez, 2015), lo que modifica el flujo que proponía la Genética clásica para la expresión de la información genética; el nuevo patrón es: medio ambiente -> ADN -> ARN. Es decir, el medio ambiente interviene en la expresión de la herencia y es aquí donde entra la epigenética. Epigenética son todos aquellos factores no genéticos (que no dependen de la secuencia de nuestro ADN) que alteran nuestra expresión génica. También se conoce como epigenética a la disciplina que se encarga de estudiar estos factores o mecanismos no genéticos.
Todo este embrollo en definitiva significa que, ciertas condiciones externas, como la nutrición que le das a tu cuerpo o el estilo de vida que llevas, pueden “activar” o “desactivar” la expresión de ciertos genes; más aún, otros investigadores como el biólogo celular Bruce Lipton (Lipton, 2007; Lipton & Bhaerman, 2010) han demostrado que las emociones, las creencias y los pensamientos forman parte importante de ese “ambiente” al que responden tus genes. Como ves, ni siquiera importa que seas de los que tienen en su código genético esa respuesta tipo «hambruna», no tienes por qué expresar el gen si creas las condiciones ambientales adecuadas. ¡Estamos de enhorabuena!, nuestros genes no controlan nuestras vidas. Que tu ADN tenga un “programa de obesidad” no significa automáticamente que estés destinado a tener sobrepeso toda tu vida; esta información no tiene por qué ser expresada y, si lo ha sido, es reversible.
Si lo piensas bien, esto no debería pillarte por sorpresa porque las Ciencias Biomédicas se han encontrado muchas veces con que la genética no estaba a la altura de las expectativas. Uno de los casos más evidentes es el de los gemelos monocigóticos. Estas personas comparten la misma secuencia de ADN y, sin embargo, pueden presentar una predisposición completamente distinta a ciertas patologías.
¡No Es Culpa Tuya!
¿Sigues creyendo que algo falla en ti? ¿Vas a seguir pensando que no eres disciplinado y que te mereces seguir teniendo problemas con el peso? Espero que no, ahora ya sabes las causas de tanta frustración; por favor, deja de culparte y empieza a ser más amable contigo mism@ y con tu situación. Seguir aferrándote a las mentiras que te han contado no va a hacer que consigas tu objetivo así que, lo primero es darte una palmadita en la espalda por toda esa fuerza de voluntad y disciplina que tienes y actuar YA.
Cada vez que te venga un pensamiento “determinista” (estoy gordit@ y es mi sino, nací así, siempre tendré sobrepeso, lo he heredado de…) destiérralo de tu cabeza y sustitúyelo por toda la información que tienes en este post.
¿Ves como el quid de la cuestión no está en la dieta? Ya te lo dije en el post anterior, espero que esto acabe de convencerte y destierres de tu cabeza la idea de la privación para siempre. Reconozcámoslo, si las dietas funcionaran, no habría tantas, no saldrían nuevas cada poco tiempo y no habría cada vez más gente afrontando el problema de la obesidad.
Lo peor que te puede pasar si dejas de creer que la culpa es tuya es… ¡No se me ocurre nada! En cambio podrían suceder muchas cosas positivas como que empieces a creer que es posible, que puedes tener el cuerpo que quieres y que, además, te lo pases pipa en el proceso 😉
¡A por ello! Cuéntame qué tal te va si ya has comenzado. Y si tienes alguna duda, déjame un comentario abajo, será un placer tratar de despejártela. Estamos para acompañar 😉
Photo credit: 1, 2, 3, 4, 5, 6
Referencias:
Gabriel, J. (2010). El Método Gabriel: Transforma tu Cuerpo Sin Hacer Dieta (Urano ed.).
Genné-Bacon, E. A. (2014). Thinking Evolutionarily About Obesity. The Yale Journal of Biology and Medicine, 87(2), 99–112.
Lipton, B. H. (2007). The Biology of Belief: Unleashing the Power of Consciousness, Matter, & Miracles
Lipton, B. H., & Bhaerman, S. (2010). Spontaneous Evolution: Our Positive Future and a Way to Get There From Here
Speakman, J. R. (2013). Evolutionary Perspectives on the Obesity Epidemic: Adaptive, Maladaptive, and Neutral Viewpoints. The Annual Review of Nutrition, 33, 289–317. doi: 10.1146/annurev-nutr-071811-150711
Spector, T. (2015). The Diet Myth: The Real Science Behind What We Eat: Orion.
Vázquez, L. R., Pentón, A. S. M., & Pérez, N. P. (2015). La Epigenética, Una Nueva Perspectiva en Medicina. Acta Médica del Centro, 9, 4.