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En un post anterior os comentaba que uno de mis coachees y yo habíamos estado hablando de cómo los pensamientos, las creencias y las emociones asociadas a ellos le hacían comer más, comportarse de cierta forma con respecto a la comida y, como no, engordar. Pues bien, en este post voy a ahondar en la información que le facilité y en las acciones que le animé a tomar con respecto a este tema.
La Importancia Del Subconsciente En La Pérdida De Peso
En sesiones anteriores, mi coachee ya había dicho un par de veces eso de: “no sé por qué lo hago”. Entonces pensé que ya había llegado el momento de hablar de las causas emocionales del sobrepeso. Este tema encierra bastante complejidad dado que, a pesar de que todos hemos oído hablar alguna vez de la obesidad emocional y de que nutricionistas y psicólogos están de acuerdo en que las emociones pueden frustrar nuestro deseo de perder peso, a menudo se nos presenta muy difícil abordar la cuestión desde el punto de vista de lo que hay en nuestra mente y, concretamente, en el subconsciente. Parece que es casi imposible acceder a este último para ver qué es lo que hay allí que no nos sirve y cambiarlo y/o eliminarlo. Y digo “parece”, porque a mí todo esto me resultaba casi ciencia ficción, hasta que encontré las herramientas que me permitieron no sólo acceder a los lugares más recónditos de mi mente sino también, desde allí, empezar a vivir como yo quería.
Para mí el inicio del cambio fue comprender los mecanismos por los cuales actuamos como actuamos, así que me dispuse a explicárselo a mi coachee. Le dije que sus creencias y pensamientos determinan su estado de ánimo; su estado de ánimo determina sus acciones y éstas, a su vez, sus resultados. ¿Cómo crees que actuarás si piensas cosas como que “estar gordo es tu naturaleza”? Es más, ¿cuál crees que será el resultado de actuar como alguien que “es gordo por naturaleza”? «Pues que seré un gordo natural toda mi vida» –me respondió– (no pude evitar reírme con su respuesta :-D). ¡Exacto!
Estuvimos explorando cuáles eran sus principales creencias acerca de su relación con la comida, su peso y su imagen corporal. Las apuntó todas en un papel y le dije que lo siguiente era trabajar para cambiar esas creencias por otras que le resultaran más producentes y que, en vez de alejarle de su objetivo, le acercasen a él. Pero ¿cómo se hace eso? Aquí hablamos de las herramientas que podía utilizar. Le sugerí aquellas que he usado yo misma con muy buenos resultados: EFT o tapping, repetición de afirmaciones y visualización. Le enseñé a utilizarlas y estableció un plan de acción en el que incluyó entre 5-10 minutos de tapping diario y otros 5-10 minutos, también a diario, para visualizar aquello que quiere lograr.
Control De Estrés
También le incidí mucho en el hecho de que controlar el estrés es fundamental para que su misión tenga éxito. Me dijo que sí, que se daba cuenta de que cuando estaba estresado tendía a prestar mucha menos atención a cómo se comportaba con la comida. Eso es algo que nos pasa a casi todos; pero hay algo que no es igual para todas las personas y tiene que ver con cómo reacciona el cuerpo de cada individuo al estrés. El almacenamiento de grasa se encuentra en nuestro código genético y es un tipo de programa de supervivencia que está vinculado con nuestro pasado evolutivo; pero varias investigaciones sostienen que, hace unos dos millones de años, los genes que regulaban que la grasa corporal no excediera ciertos límites, quedaron sujetos a la deriva génica, esto es, a mutaciones aleatorias que dieron lugar a otros genes “más relajados” en los que ese límite previsto para la grasa corporal ya no era tan estricto (Genné-Bacon, 2014; Speakman, 2013; Spector, 2015).
Esta hipótesis podría explicar por qué unas personas engordan y otras se mantienen delgadas aun en circunstancias parecidas; unos habríamos heredado esos genes “más relajados” mientras que otros se quedaron con los que controlaban la cantidad de grasa corporal almacenada, por si había que salir huyendo ante la presencia de depredadores. Muy en sintonía con esta teoría, el autor Jon Gabriel (Gabriel, 2010) explica que nuestro cuerpo interpreta el estrés de dos formas distintas: ha empezado o va a empezar época de “hambruna” o hay “predadores acechando”. La primera hará que tu cuerpo quiera almacenar toda la grasa posible a modo de protección; mientras que la segunda hará que adelgaces para que estés listo para huir. Le conté otros datos muy interesantes acerca de lo que hace que unas personas engorden y otras no y le dije que los recordara cada vez que tuviera la tentación de «fustigarse» por tener unos kilos «de más».
Con toda esta información, le sugerí a mi coachee que, entre esta sesión y la siguiente, intentase hacer una lista de todo aquello que le había puesto en situación de alerta y que aplicase las técnicas que le había comentado para tratar de controlar ese estrés.
Contadme qué tal os va a vosotros, estoy deseando que me digáis que habéis hecho grandes avances 😀
Featured image of post: Marina del Castell
Referencias:
Gabriel, J. (2010). El Método Gabriel: Transforma tu Cuerpo Sin Hacer Dieta (Urano ed.).
Genné-Bacon, E. A. (2014). Thinking Evolutionarily About Obesity. The Yale Journal of Biology and Medicine, 87(2), 99–112.
Speakman, J. R. (2013). Evolutionary Perspectives on the Obesity Epidemic: Adaptive, Maladaptive, and Neutral Viewpoints. The Annual Review of Nutrition, 33, 289–317. doi: 10.1146/annurev-nutr-071811-150711
Spector, T. (2015). The Diet Myth: The Real Science Behind What We Eat: Orion.